Musica Calleshortbus

miércoles, 26 de enero de 2011

UN TRAGO AMARGO

(A propósito de botellas en el culo)


Mi intimidad es mia, la tuya… también

C. H. H


Somos un país altamente morboso y por más que intentemos negarlo, es imposible lograr la negación de lo evidente; y aunque parezca redundante mi anterior alusión, la resolución de ésta hablará por sí misma… no desesperen.

En ocasiones lo evidente se nos oscurece de tal manera que parece imposible acceder a ello; pero en realidad, siempre ha estado allí, y por lo regular, en su lugar permanece por largo tiempo, a veces, por siempre.

Hace poco, tod@s tuvimos acceso (de manera extremadamente detallada y comedida) a la primera noticia sensacionalista del año. Fue humillante para muchos, incluyendo a este humilde servidor, haber tenido acceso a tan ridícula manifestación de inconsciencia e irrespeto a la integridad e intimidad de un miembro de esta ciudad. Y ni siquiera daré uso al recurso de apoyar mi argumento al hecho de que se tratara de un sujeto de avanzada edad, pues, los años, el género o las canas que se tengan en la cabeza, no deben ser excepciones para permitir o restringir el acceso a un periodista a una noticia determinada.

La intimidad es íntima y pertenece (o debería pertenecer) solo a quien necesita mantenerlo en ese estado. La intimidad (hablando de la intimidad determinable espacialmente) le pertenece a las cuatro paredes de un cuarto, llámese: habitación, sala, comedor, baño e incluso una instalación hospitalaria; y cualquier filtración o acceso mal o bien intencionado a estos espacios, se denomina violación al principio fundamental de la intimidad.

El hecho de publicitar el accidente de aquel sujeto, que a fin de cuentas pudo haberse metido (si quisiera) una retroexcavadora por el culo, fue el gesto más evidente que, tanto “periodistas” como gente del común; pasando obviamente por médicos, enfermeras, personal administrativo, aseadores, pacientes e incluso personal ajeno a la institución, (los cuales, directa o indirectamente pudieron ser los artífices de esta tragedia comunicacional y civil), somos tan básicos e inmaduros, que el mundo se nos viene encima y nos paralizamos imaginando los gases que absorbieron la botella de costeñita que se metió (o le metieron… como aún lo investigan) el sujeto aquel por el recto.

La intimidad es íntima, pero al parecer solo nos interesa mantener la nuestra en ese estado; la del otro es otra cosa.

Somos altamente morbosos, pero también siniestros, estúpidos, simples y no le envidiamos nada a los Británicos y sus periódicos amarillistas. Pero la muestra más fehaciente de nuestra imbecilidad es que haya logrado incluso, que yo sacrificara mi sueño escribiendo esto.

GRACIAS

Posdata: y a los responsables, que los investiguen judicialicen y castiguen; y ojalá ridiculicen.

Si necesitan ayuda, cuenten con este humilde servidor.


Christian Howard Hooker

Colectivo Calleshortbus

Por una Heroica Abierta a las Disidencias